Miro las estrellas

A veces, la vida nos empuja hacia caminos que no elegimos, senderos llenos de piedras y grietas que nos hacen tropezar una y otra vez. Pero, ¿qué pasa si dejamos de mirar al suelo, de contar cada rasguño, de culpar a las piedras por estar ahí? ¿Qué pasa si, en lugar de eso, levantamos la vista y vemos el horizonte? Aprendí que caminar no es solo avanzar, sino también soltar. Soltar el peso de las culpas, de los «y si», de los «por qué a mí». Porque la vida no es un juicio, y nosotros no somos ni víctimas ni verdugos. Somos simplemente viajeros, aprendiendo a bailar bajo la lluvia, incluso cuando truena.

Hubo un tiempo en el que cada paso que daba resonaba con el eco de lo que pudo ser y no fue. Me detenía una y otra vez, preguntándome si había tomado la decisión correcta, si alguien más tenía la culpa de mi dolor, si el mundo conspiraba en mi contra. Pero un día, casi sin darme cuenta, dejé de buscar respuestas y empecé a abrazar las preguntas. Porque no todas las respuestas nos sanan, pero algunas preguntas nos hacen crecer. Acepté que el dolor no es un enemigo, sino un maestro. Y que las derrotas no son el final, sino el suelo fértil desde donde brota algo nuevo.

Ahora camino más ligero, no porque haya menos obstáculos, sino porque he aprendido a confiar en mis pasos. Ya no me preocupa caer, porque sé que levantarme es parte del camino. Y aunque a veces el miedo todavía susurra en mi oído, lo escucho sin dejarme atrapar por él. Porque he entendido que la vida no es una carrera, ni un mapa perfectamente trazado. Es un lienzo en blanco, lleno de posibilidades, donde cada día puedo elegir los colores con los que pintaré mi historia.

Y tú, ¿qué eliges? ¿Seguir contando las piedras o empezar a mirar las estrellas? Porque al final, no se trata de llegar primero, ni de llegar sin cicatrices. Se trata de caminar con el corazón abierto, de abrazar lo que duele y celebrar lo que brilla. De confiar en que, pase lo que pase, lo vamos a hacer mejor. Porque la vida no es perfecta, pero es nuestra. Y eso, es más que suficiente.