La osadía de vivir
¿Alguna vez has sentido el llamado del bosque,
ese impulso que te lleva a buscar, a perseguir?
El cazador no nace sabiendo, aprende en el camino,
con cada paso, con cada error, con cada huella que sigue.
¿Cuántas veces has caído antes de encontrar tu presa?
¿Cuántas veces la sombra del fracaso te ha hecho dudar?
El cazador sabe que el aprendizaje duele,
pero también sabe que sin riesgo no hay recompensa que valga.
¿Qué es la presa sino aquello que nos mueve,
que nos hace levantarnos cada día con determinación?
El cazador no busca solo su alimento,
sueños, metas, pasiones son su obsesión.
¿Has sentido la satisfacción de alcanzar lo que anhelas?
Esa euforia que te invade cuando al fin logras atrapar
aquello que tanto has perseguido,
esa recompensa que justifica el esfuerzo y el afán.
Pero el cazador no siempre regresa con las manos llenas,
a veces el bosque es cruel, y la presa se escapa.
¿Cómo enfrentas tú las pérdidas, los errores,
cuando el camino se nubla y la esperanza se aplaca?
El cazador sabe que cada fracaso es una lección,
que cada herida es un recordatorio de su humanidad.
¿Acaso no es así en esta vida moderna,
donde cada caída nos enseña a valorar lo ganado?
Y en los peores días, cuando el cazador regresa vacío,
cuando el frío cala hondo y la noche parece eterna,
¿qué lo mantiene en pie, qué lo impulsa a seguir?
¿Será acaso la certeza de que mañana habrá otra oportunidad?
El cazador paga un precio por su osadía,
pero sabe que, sin cacería, no hay vida que valga la pena.
¿Y tú? ¿Estás dispuesto a pagar el precio,
a vivir persiguiendo aquello que te hace sentir vivo?

Autor
ventalizate@gmail.com