Un deseo insaciable

Lo haré, una y otra vez, como lo he hecho en mis vidas pasadas, como lo hice ayer, como lo hice hoy, como lo seguiré haciendo, porque la curiosidad me llama, porque el placer me guía, porque la sorpresa me despierta, y porque el límite de lo posible es un horizonte que siempre se aleja.

Esa curiosidad, esa pasión por explorar, por descubrir y por superarse, es la chispa que enciende el fuego de la existencia. Es la fuerza que nos empuja a repetir, a intentar, a fracasar y a levantarnos una vez más, porque en ese ciclo aparentemente interminable reside la verdadera esencia de la vida.

Esa búsqueda incansable, ese deseo insaciable de saber hasta dónde puedes llegar, es lo que mantiene el mundo en movimiento. Celebro esa curiosidad, ese placer y esa sorpresa, porque son los motores que nos llevan a rincones inesperados del alma y del universo, revelando interrogantes que tenemos.

Así que seguiré adelante, porque en este «hacer una y otra vez» no hay monotonía, sino magia. Es la magia de crecer, de aprender y de encontrar respuestas a preguntas que tal vez no las habíamos hecho. La vida, al fin y al cabo, no es más que una serie de intentos, y en cada intento más que aprender.