En el silencio de la medianoche, en la hora que el reloj descuida de marcar, cuando la luna está baja y las estrellas susurran secretos, existe un fenómeno conocido sólo por aquellos que se atreven a buscarlo: la estrella de los sueños olvidados.
Imagína una presencia solitaria parada en el precipicio de la existencia, con el corazón como un recipiente frágil, rebosante de emociones demasiado grandes para contenerlas. Mira hacia arriba y sus ojos recorren las constelaciones, buscando respuestas en ese manto estelar. Y entonces, como convocado por su anhelo, aparece una única estrella, cristalina y radiante, suspendida sola en lo más alto del cielo.
¿Qué es esta estrella? ¿Es alegría destilada en forma brillante? O tal vez sea el residuo de sueños olvidados, que brillan con los ecos de risas y promesas susurradas. Algunos dicen que es la estrella más antigua de todas, parpadeando sin parar en señal de simpatía por los corazones mortales agobiados por el peso de la existencia.
Esta estrella desafía la razón. Desafía las leyes conocidas. Desafía los límites del tiempo. Cuando brilla, lo hace sin anuncios Y en silencio, su único interés es brillar para todos en la tierra. Y aquellos que presencian su descenso cambian para siempre. Vislumbran la eternidad en ese momento fugaz, y forman parte de un sueño eterno donde nada es y todo se pierde en el tiempo.
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