Esto es totalmente cierto, y en muchos casos más de la mitad del éxito está en la actitud que tienes.
Es indispensable que formes la actitud correcta para invertir el esfuerzo necesario en las actividades que realizas. Una persona sin actitud puede hacer las cosas pero nunca hará el esfuerzo como lo hace la persona con la actitud de éxito.
La actitud lo es prácticamente todo. La actitud hace que llegues a las metas que te propones a pesar de que no tengas todos los recursos o que tengas grandes obstáculos delante de ti.
Una persona sin la actitud correcta pensará «qué difícil será enfrentar estos problemas» y en la misma situación la persona con la actitud correcta piensa «qué interesante será enfrentar estos desafíos».
De esta forma tienes dos actitudes y ya sabes cuál es la correcta.
Puedes encontrar todas las razones, reales e imaginarias, de por qué algo no va a funcionar y simplemente no haces nada. Esa es una actitud.
Otra actitud es hacer las cosas dejando a un lado esas razones. Esa es otra actitud.
Al final del día una actitud es la que funciona y la otra no. Por supuesto que la actitud que funciona es la de hacer las cosas.