Existen palabras que te detienen, te frenan, dejan para mañana (o para algún año en el futuro) lo que quieres hacer.
Una de esas es la palabras «imposible».
Hay un alto grado de peligro cuando usas esa palabra ya que destruye muchas posibilidades y levantas un muro muy alto, lo peor de todo es que haces eso con tus propios argumentos.
Lo más triste es cuando estás seguro que es «imposible» pero después de un tiempo te das cuenta que alguien lo hizo y dejó de ser «imposible».
Resultó que se podía hacer, que no era tanto como lo pensabas y que existía una posibilidad que otra persona aprovechó.
Entonces cuántos «imposibles» vas a seguir inventando para justificar las cosas que no has hecho todavía.